domingo, 6 de julio de 2008

Credo para no creer en la ciudad
Luis Valdez
No debería creer, pero creo en esta ciudad que es mi ciudad y dispone de mí y de mis vecinos. En sus muertes prontas, accidentes en Constitución y Gonzalitos, balaceras y ejecuciones en Cumbres, San Pedro, Santa Catarina, Restaurantes de Plaza Fiesta San Agustín, fruterías de Leones, estacionamientos de cines y Costcos, discotecas de San Nicolás y Ruíz Cortines, Car Wash de avenida Lincoln.
Porque creo en la vida que ve la primera luz en el hospital de Gine, frente al Río Santa Catarina y en la muerte a puñaladas en Sierra Ventana, la Independencia, Fomerrey 45, la Campana y la Coyotera.
En las puertas donde se asoman las prostitutas baratas de Reforma y Pino Suárez, en el dancing donde bailas instantes antes de morir en el bar de Maxx y El Salvador, en los shows travestis drag-queens imitadores de Gloria Trevi, Lupita Dalessio, Paquita la del Barrio y Rocío Dúrcal en el Jardín Cruz Blanca
Porque creo también en los niños que murieron acuchillados a manos de Diego Santoy, o de Érika, o de los padres astrólogos que creen más en el dinero que les paga Mizada Mohamed por los horóscopos diarios, que en la certeza de quién es el verdadero padre de sus criaturas. Sin olvidar a la niña que sufre patadas de su madre marca registrada.Y porque creo en los cines incendiados, en las casas intestadas en pleno centro de la ciudad, en un Chipinque donde los millonarios presumen que es reserva ecológica y cada vez hay una residencia más arriba, y en Valle de Reyes, carajo, Valle de Reyes... con los conquistadores de fuera que dando espejitos a los políticos indios malinchistas, hoy están a punto de meter su miembro en el c… de la Huasteca.
¿Porque si no, cómo podrías despertar cada mañana y no creer en eso, para que no se te quite de la cabeza, ni un poquito, la idea de cómo es el suelo en el que pisas?
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